Hola a todos/as, antes de comenzar con la 2ª parte de mi historia quería pediros disculpas, ayer os fallé y me fallé a mi misma, espero me disculpéis😞
Bueno vamos allá, la he separado en tres partes, creo que cuando lo leáis, sabréis porque y sino, me lo preguntáis corazones.💓💓
El Abismo de la Ausencia. El Silencio Hueco de Ocho Palabras
"Isabel se ha ido con los niños y me ha dejado a Juan."Ocho palabras. Ocho puñaladas que atravesaron mi se había esfumado como un fantasma, llevándose consigo a mis tres hermanos más pequeños, dejando a Juan, el que me sigue, allí.. Y yo, de repente, era la única superviviente de una "familia" que, si aquello se le podía llamar familia.. se desintegraba como un castillo de arena azotado por la tormenta.
Antes de que la tragedia se desatara, mis abuelos me reclamaron, movidos por la necesidad y la compasión. Mi yaya, atrapada en una silla de ruedas, necesitaba ayuda, compañía... y yo, la nieta mayor, era la solución. Así, con siete u ocho años, me arrancaron del "hogar" y me enviaron a otro, mientras mis padres, ajenos a mi destino, se mudaban al norte de Catalunya, siguiendo el espejismo de un trabajo.
Pero la culpa, esa sombra que me persigue hasta hoy, se aferra a mi alma como una garra. "¿Por qué me salvé yo?" ¿Por qué no corrí con mis hermanos hacia ese mismo infierno? ¿Por qué me dejaron atrás?
La Furia de la Búsqueda. Quince Años Contra el Olvido
La adolescencia me golpeó con la fuerza de un huracán. Rebelde, tozuda, enfadada con el mundo, pero sobre todo, conmigo misma. Con esa niña que fui, que se quedó atrás, que no pudo cambiar nada. La culpa, esa que ya os conté, se mezclaba con una rabia que no sabía dónde poner.
Pero dentro de esa rebeldía, latía una chispa: la esperanza. Y con ella, me lancé a una búsqueda desesperada, una odisea que duraría quince interminables años. Recurrí a Paco Lobatón, el faro de los desaparecidos, aferrándome a cada rostro, a cada pista, como un náufrago a una tabla. Desfilaron por mi vida detectives de dudosa reputación, vampiros que se alimentaban de mi dolor y de mis escasos recursos, sin ofrecerme nada a cambio.
Quince años buscando fantasmas, quince años preguntándome si estaban bien, si eran felices, si me recordarían. Quince años de no saber si estaban bien, si eran felices, si me recordarían. Quince años de aferrarme a un hilo invisible que me unía a ellos. La esperanza era mi motor, sí, pero también mi tortura.
El Milagro del Reencuentro. Un Abrazo Desde el Abismo
Y entonces, cuando la esperanza comenzaba a desfallecer, cuando la búsqueda parecía una condena eterna, la vida me regaló un milagro. Un milagro digno de un culebrón venezolano, sin menospreciar.. pero real, tangible, transformador. En el año 2009, en el programa de Patricia, sí, ese programa que muchos tachaban de frívolo, pude volver a abrazar a aquella niña que desapareció con solo tres o cuatro añitos: mi hermana Magda. Y a mi hermano Josu.
Un abrazo. Dos palabras simples, pero que encierran un universo de emociones. Abrazar esos cuerpos que habían crecido sin mí, sentir su calor, ver sus caras de cerca después de décadas, sentir sus brazos... Fue el final de una pesadilla y el comienzo de un sueño. Un abrazo que valía cada lágrima derramada, cada noche sin dormir, cada frustración. Un abrazo que cicatrizaba heridas y, a la vez, abría un nuevo capítulo en mi vida, os habréis dado cuenta que falta 1, Abraham, sí, el más pequeño que hoy tendrá sus 38,39 años, no voy a perder la esperanza..
Que he aprendido:
La resiliencia no es la ausencia de dolor, sino la capacidad de transformarlo. De convertir las heridas en cicatrices, las lágrimas en fuerza, la pérdida en aprendizaje.La resiliencia es la perseverancia ante la adversidad. Es negarse a rendirse, a pesar de los obstáculos, a pesar de los años, a pesar de la desesperanza. Es seguir buscando la luz en la oscuridad, aferrándose a la esperanza como un salvavidas.
La resiliencia es la capacidad de encontrar la belleza en las ruinas. De reconstruir la vida a partir de los pedazos rotos, de crear un nuevo camino a partir de las cenizas. Es abrazar el pasado, sin dejar que nos defina, y construir un futuro donde la felicidad sea posible. La resiliencia es, en definitiva, la capacidad de amar. De amar a los que se fueron, de amar a los que se quedaron, de amarse a uno mismo, a pesar de todo. Es la fuerza que nos permite seguir adelante, con la cabeza alta y el corazón abierto, dispuestos a recibir los regalos que la vida, a veces, nos tiene reservados.
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